jueves, marzo 30, 2006

Manifiesto que...

30 de marzo de 2006

Pie de foto: El amor a veces puede ser muy feo. No es este el caso.

La mayor parte de mi vida sentimental ha sido una estafa permanente. Sí, estafa, porque al igual que a Número Dos (ver 'Las películas que arruinaron mi relación con los hombres...', February Archives) fui embuida en una ideal enfermizo de doncellas semi-inconscientes en los brazos de sus fornidos Romeos. Sad, but true.

Sí, sí, estamos en pleno S. XXI y no hay excusa que valga: sería un poco demasiado patético seguir enfrentándome al dilema de que, efectivamente, no soy Cenicienta. Y ya, suficiente con el tema de ñiña, mil y una veces manoseado.

Hoy quiero escribir sobre otra cosa.

Hoy voy a escribir para contarles que con todas mis fallas y virtudes, con mis reacciones infantiles, con mis ideales enfermizos, con mis pecadillos, con mis chistes, con mi extraño pasado, con mi presente, con mi pequeño mundo, con mi gigantesca capacidad de llorar por lo bueno y por lo malo, con mis ambiciones, con mis frivolidades -y mi humanismo también-, con mis canciones y mis películas, con mis celitos tontos...

...con mis enfermedades varias, mis blanduras y durezas, mi cada vez más atrofiada inteligencia; con mi familia - y eso sí que es valentía-, con mi hija hermosa y malcriada, con los muchos libros que me faltan por leer, con mis anglicismos exagerados, con los datos culturales que se han negado a abandonarme - y sigo aferrada a esa roca-, con mis dedos meñiques chuecos, con mis ojos dormilones, con mi cuerpo 'demasiado pesado' (sic), con mi cara fatal en las mañanas, con mi humor especial; con quien yo soy y supongo ser...

Con esa persona, alguien ha obrado magia aquí.

Y no veo pajarillos ni mariposillas, ni botones de rosas bañados por el rocío; no vino en blanco corcel, ni viste mallas apretadas -Dios me salve-, ni sabe bailar tap.

Pero, sencillamente, me tiene head over hills.

Número Une.

martes, marzo 28, 2006

Insomnio Despierto…palabras más, palabras menos.

Anoche no podía conciliar el sueño, llegué de la Revista cerca de las 12 de la noche y me dieron las 2 de la mañana dando vueltas en la cama. La tele sólo daba infomerciales y en mi paupérrima despensa habitaba con suerte un solitario pimentón algo rancio. Qué hacer a las dos de la mañana sin sueño, pensar me parecía una lata, leer los mismos libros que he releído mil veces no parecía prudente, ver por milésima vez mis películas de monitos tampoco, así que opté por el Gran Pez (sorry Taco, sé que era tuya).

Una película bastante ad hoc para estas últimas semanas, en las que he pensado bastante en mi papá. Hace 15 días me hice los exámenes de rigor para descartar una diabetes, lo que debo hacer cada 6 meses desde que hace unos años atrás estuve a punto de ser diagnosticada con la desagradable enfermedad , afortunadamente pasé con éxito mi prueba. Pero mi padre, que jamás de los jamases accede a ir al médico, no tuvo la misma suerte. Diabetes en nivel 1 fue su diagnóstico, así que desde esa fecha anda con su sacarinita en el bolsillo y nuestra dieta de fin de semana se ha visto rejuvenecida con pavo y verduritas en reemplazo de las típicas papas fritas con carne.

Cómo buena hija lo he llamado por teléfono con más frecuencia de la acostumbrada y he hecho esfuerzos porque se venga un fin de semana conmigo a Santiago, pero como el pobre es un trabajólico dependiente no ha podido obtener vacaciones que le permitan viajar. Y el fin de semana es un desastre tratar de compartir con el Epi (apodo cómplice con el que lo denomino hace ya harto tiempo) ya que mi padre trabaja todo el sábado y parte del domingo…

Es triste darse cuanta de que a medida que uno crece es más y más difícil estar de verdad con tu padre. De eso me di cuenta la semana pasada cuando me atacó la amigdalitis, el estado de vulnerabilidad provocado por la fiebre siempre me hace pensar en mi papá. En mi familia no somos particularmente expresivos, de hecho no recuerdo haberle dicho alguna vez a mi papá Te quiero o que él me lo dijera a mí, pero si recuerdo muchos momentos de extrema complicidad, lo que en mi opinión no es más que amor. Sin complicidad no hay amor posible, los códigos comunes y los momentos ridiculamente inentendibles para el resto, siempre fueron nuestros te quiero ocultos.

Y siempre estaban relacionados con las visitas al hospital. Cuando pendeja vivía con amigdalitis, además mi torombolismo que ya se vislumbraba a esa tierna edad, hacía que me pasaran cosas tan raras como ser picada por una araña venenosa, tener una esquirla de soldadura incrustada en el globo ocular o quemarme la pierna en segundo grado en una monumental caída en skate.

Y era mi papá el que siempre se arrancaba de la pega para llevarme al Hospital Naval, a mi mamá la sentábamos en el asiento de atrás del auto para que no se fuera retándome (por el terrible descuido de enfermarme o caerme a los 7 años) durante todo el camino y para que yo distrajera la fiebre cambiando la radio cada 5 minutos.

Una vez que llegábamos al hospital siempre elegía al Epi para que entrara a acompañarme, lo que resultaba realmente contraproducente ya que el muy nerd nunca se acordaba de mi edad y menos de mis síntomas, razón por la cual era siempre yo la que, en mi estado febril, terminaba dándole los datos a la enfermera. Lo que no me importaba en lo más mínimo, ya que una vez que ella se retiraba del cubículo el Epi me instigaba a robarme las paletas de auscultación y a jugar con todas las maquinitas. Así que de tanto reírme, una vez que llegaba el momento en que me inyectaban, la guevada no tenía tanta importancia. Menos aún cuando terminado el proceso del pinchazo, mientras mi mamá compraba los remedios y cuestionaba al farmacéutico, ambos atacábamos la maquinitas expendedoras de dulces del hospital…Era nuestro rito, camino a casa ya con el placebo de la inyección en el cuerpo, mi papá me bajaba del auto, extra abrigada enfrentando los constantes reclamos de mi mamá, en una juguetería de la calle Valparaíso, “niñolandia” creo que se llamaba, para que eligiera la última figurita de HEMAN MASTER OF THE UNIVERSE.

Por eso me dio pena ir sola la hospital la semana pasada…También me puse a pensar en que probablemente esos momentos ya nunca más se repetirán, estoy muy grande como para pedir cuidados intensivos por una simple amigdalitis. Qué raro es sentir que crecimos y que ya nos quedan pocas posibilidades de expresarnos cariño en código, que vivir sola implica un poco perder esos códigos…Porque nos quedan pocos espacios para vernos y ninguno de los dos es capaz de decirle verbalmente al otro Te quiero.

Quizá ahora que el tiempo y la lejanía de la ternura infantil es escasa, sea hora de aprender a decir las cosas. Ojalá algún día junte las ganas y la valentía para decirle sin motivo de nada, PUTA VIEJO QUE TE QUIERO.

Numero dos

lunes, marzo 20, 2006

Palabras al cierre

Siempre he huido de las dinámicas tipo catequesis, onda terapia de grupo. Esas palabritas “tenemos que hablar” o “cuéntame qué sientes tú respecto a esto” me parecen en extremo desagradables y suelo correr por mi vida cada vez que tratan de acorralarme en estas situaciones.

Mi análisis Freudiano de esta “fobia a la exteriorización de emociones” es que la culpa de esto es absoluta y exclusivamente de mi madre. Ella pilar y mandamás de “Los Díaz” nos prohibió a grandes y pequeños (padre incluido) llorar y andarnos con sensibilerías, siendo el mantra de nuestra pequeña microsociedad “si no se puede solucionar, lo mejor es ignorarlo, nunca sucedió”.

Claro está que no todo el mundo es “emocionalmente reservado” como diría mi madre. Por eso en múltiples oportunidades Díaz ha tenido que aceptar que la tilden de incapaz de aceptar críticas, cabra chica y poco evolucionada. Aún es recordada la dinámica del seminario de título (Nancy Sim puede citar la pataleta de Díaz y el posterior ataque de llanto que se sobrevino una vez que se vio obligada a participar) y la fatídica noche Boliviana en que López y Lara insistieron en hacer un cara a cara entre los compañeros de viaje (gracias Centellas por defender la negativa de número dos y consolar el llanto post debacle).

El punto es que esta vez no había lugar donde correr, excusa posible ni pataleta efectiva para salvarme de una larga y extensa conversación sobre las emociones, los dolores y las cicatrices post termino de lo que hasta tres meses atrás fue una larga relación de dos años y medio.

Lo divisé de lejos, imposible no reconocer su manera de apoyarse siempre con una mano en el bolsillo y la otra tras la espalda, le sonreí, me miro fijo primero y después de unos segundos sin decir palabra sonrió y preguntó para dónde íbamos…silencios más tarde y una que otra pregunta por compromiso llegamos a un pequeño café. Una cerveza, dijo con voz ronca, mientras yo intentaba decidirme entre un café x y lo que realmente quería pero me parecía impropio dado el carácter de la reunión…en eso estaba cuando escucho que me dice “hace calor todavía, supongo que quieres un helado de chocolate”, sorprendida y algo enojada porque aún pudiera predecir mi manera de pensar, en una reacción bastante infantil, he de decir, sonreí por octava vez y pedí un jugo de frutilla…aunque lo que realmente quería era el helado.

Antes de llegar a ese instante hice un esfuerzo consciente por ser lo menos pesada posible, al fin de cuentas no me correspondía serlo y para ser honesta la que merecía ser tratada con animosidad revisando la historia debía ser yo. Sin embargo, una vez en el lugar mis monosílabos y frases pesaditas evidenciaban claramente que lo único que quería era salir de allí.

Conversación de rigor, cómo estás, bien, estás más bonita y tu más flaco, risas nerviosas otra vez. Miro sus manos, tiene puesta la argolla de plata…yo no llevo ninguna, me las saqué un día después de que terminamos y creo que desde ese día no las he vuelto a mirar, en su muñeca el reloj que le regalé hace algunas navidades atrás…presiento que esta no será una conversación corta.

A ratos dejaba de escuchar el tema en sí…las palabras me parecían absurdas, a mi me bastó con escuchar los tiempos verbales. Hace tiempo que yo empecé a hablar de él en pasado, como si hubiera muerto o desaparecido, y ese día no fue la excepción. Él me habló en condicional como esperando un futuro…yo seguí en pretérito.

Casi cuatro horas más tarde me parece que no fue tan terrible, aunque insisto mi naturaleza fóbica me hace encontrar excesivamente macabro esto de preguntarse y reanalizar porque se mueren las relaciones una vez que el muerto lleva meses en la morgue.

Obviando el machismo de ciertas preguntas que me negué a contestar, me quedo con su última frase…en un momento me preguntaba él tangencialmente por el tercer y nuevo integrante de este final de teleserie y yo cambiaba de tema o respondía con un algo molesto Bien, súper bien (por si el bien no bastaba), cuando me salió con una frase digna de los clisés de Fairlie pero que viniendo de quien venía resultaba extremadamente sincera: “que bueno que estés BIEN, supongo que él tendrá la capacidad para no perderte y hacerte feliz…no me alegro…pero….que bueno que estés bien”.

Quizá no era el final que él vino a buscar pero me parece que después de todo, esto de hablar sobre lo que nos pasa, pasó y no pasó, sirve de algo. Es probable que no seamos amigos y que en un tiempo más seamos extraños el uno para el otro, sin embargo desde ayer puedo decir que cerré el capítulo quedándome como sabor de boca el recuerdo de su nobleza y la dulzura que alguna vez amé en su persona…

Número dos

lunes, marzo 13, 2006

Por quien merece amor

Les tengo bonitas noticias.

El viernes me dijeron que me amaban y me dolieron la guata y el corazón.

Y después de darle un mazazo en la cabeza a cierto caballero sobre cómo es cortejear a una lady como yo, con detalles y accesorios, decidí darle un beso –si no me hubiera encontrado la razón en algún porcentaje, se lo perdía- y otro y otro.

Así que, caballeras, damos, cuarta y última vez que me expongo de esta manera a Mr. Wrong. Más le vale convertirse en Right de una vez por todas, o morir en el intento. Vale también para mí.

Chiquis, ya no daré la pena. Podemos juntarnos de a seis por fin, obviamente cuando Número Dos salga de San Isidro trescientos y algo, departamento 118 y deje comer la camionada de sushi para presentarnos a su Hombre Secreto. Y Número Tres, que vive intentando, también salga de su guarida. O, definitivamente, me toque a mí vivir el dulce enclaustramiento que me niego a experimentar. Giving it a little thought... nope, thanks.

Número Uno, washona

martes, marzo 07, 2006

Que alguien me explique...

Ayer me fui raudamente al depto para ver el penúltimo capítulo de Gatas y Tuercas (o “las gatas tuertas”, como le dice mi octogenaria abueli), donde finalmente Richard se casó con la “pechuguitas”, dejando en el camino a la malvada Carla, mientras el jote todavía babea por la perna de Olivia.

Al finalizar el capítulo, tuve menos de tres segundos para hacerme un tentempié y meterme de lleno en el próximo culebrón. Mis ojitos estaban vidriosos y cansados porque había estado todo el día frente al computador, sin embargo, nada me impediría ver la promocionada nueva teleserie del 13 que sonaba y se veía chori: “DESCARADOS”.

El asunto es que pasaron como 20 minutos y no cachaba nada...mi cabecita, que siempre busca justificaciones y que llevaba hartos días de trabajo sin parar, no se explicaba cómo habían hecho los clones o al menos si los hechos ocurrían en tiempo presente.

Además las inverosimilitudes estaban a la orden del día....Cómo es posible que el personaje de Carolina Arregui sea hija de Teresita Reyes si tienen como doce años de diferencia en la vida real, o que mientras en la supuesta isla todos andan despechugados y se visten de blanco como si fuera la Isla de la Fantasía, los clones usan pantalones y chaquetas de cuero negros a pesar de que están cayendo los patos asados......... (Me acordé de un capítulo de “Friends” donde Ross va a una cita con pantalones de cuero, le dan ganas de ir al baño, se los baja y cuando se los quiere subir se da cuenta que no puede por el sudor. La desesperación lo lleva a echarse talco en las piernas, pero tampoco resulta...cuento corto, sale del baño, empolvado y con los pantalones hasta la rodilla..moraleja: nunca usar prendas de cuero en verano...).

Al finalizar la teleserie yo pensaba en cómo podríamos hacerle entender a mi pobre octogenaria abueli, fanática desde hace más de 30 años de las novelas del canal del Angelito, una historia donde hay cuatro dobles personajes, cuando con cuea casha que Olivia y Miranda las hace la misma actriz...IMPOSIBLE.

Ya está claro que los “mutantes”, como le dice Felipe Avello a los telespectadores, rechazan las teleseries con contenido social como ocurrió con Puertas Adentro, donde la historia transcurría en una toma, y con Hippie, donde hablaban de la revolución de las flores.....Sólo resta esperar cómo tomarán esta nueva propuesta “futurista”...

Yo por lo menos me quedo con las teleseries de antaño del 13. Aquellas donde las historias eran por lo menos más comprensibles que ahora. Cómo olvidar las lloradas Ángel Malo, donde la Arregui interpretaba a la pérfida nana Nize, “Te Conté” donde el personaje de Bodenhofer era un pensionista ciego, o “Semidiós”, donde Roberto Vander era un pianista que se quemaba ¿o esa era otra?....

También están otras más superficiales como las protagonizadas por la pesote de Pancha Merino que marcaron un hito en la moda adolescente como Adrenalina (¿Quien no usó ropa fluorescente?) o Cerro Alegre (que zapatos con terraplén más feos!!!).

Esto de volver siempre al pasado y rechazar todo lo que me huela a futuro ¿Será un nuevo síntoma del viejazo?....que alguien se apiade de mi....

Número Tres

viernes, marzo 03, 2006

EL MATRIX MATERNO

El otro día me encontraba con mi mamá viendo tele en uno de nuestros pocos momentos de paz, cuando de puro ociosa le comenté que cuando iba a la casa de mi pololo su mamá nos dejaba dormir juntos...mi progenitora sólo atinó a abrir desconmesuradamente los ojos y me contestó “olvídate que él va a dormir contigo si se queda acá, porque hay que respetar la casa”.

¿Respetar la casa?, quizás respetar a mi papá que es más cerrado que ella,..pero ¿la casa?...automáticamente recordé el chistoso posteo de la paraférnalica número dos titulado “La vaca y los Frijoles Mágicos” cuando ella contaba que desde chiquitita su mamá la atormentaba diciendo que “si usted regala la leche nadie va a comprar la vaca”.

Si bien mi mamá sabe que yo hace tiempo fui desflorada (que cursi!!), en su interior lo niega como si aquello no estuviera pasando....Es como la película Matrix: le doy la opción de tomar la pastilla con la que sabrá toda la verdad y donde podemos hablar abiertamente de mis procesos, pero ella la rechaza y prefiere tomarse la otra pastilla, donde todo lo dicho será olvidado como por arte de magia.

Incluso el entorno la empuja a vivir en esa negación constante, porque unas horas después de la confesión mi hermana se me acercó y me dijo que evitara esas confesiones porque mi mamá todavía no salía del shock.

Y ni hablar de mi papá que todavía nos adelanta las películas cuando aparecen escenas de sexo o le pega una patada a mi perra cuando ésta, que ya está en edad de “merecer” o mejor dicho que le den su merecido, se viola su cama que es blanquita igual que ella.

Es por eso que ayer cuando le contaba todo esto a mi pololo, él me miraba con cara compungida, temiendo que nuestro proyecto de vivir juntos no se concretará sin antes tener en mi dedo un anillo de matrimonio...una idea que si bien no le asusta tanto como yo pensé, es algo a futuro...bien futuro.

Y yo pensaba, con mi piña colada en la mano, que la idea de vivir con mi pololo me atormenta, no tanto porque significa un gran paso en nuestra relación, sino que más bien me aterra la reacción de mi familia... esa mochila que todos llevamos en los hombros y que es más pesada cuando no se quiere renovar.

number three

jueves, marzo 02, 2006

Jueguito Sexy

A que no adivinan lo que quiere decir su nombre!
Yo ya me enteré, jajaja


http://sexy.namedecoder.com/

Numero Une

miércoles, marzo 01, 2006

El Asado o 502 formas de humillar a tus amigas


Este debía ser un posteo a cargo de número uno quien se negó a hacerlo, según ella, debido a que:

A) No le gustaron las fotos

B) No era bueno resaltar las múltiples salidas de madre que, según Natalia, tuvo número dos durante toda la velada. Léase múltiples y reiteradas subidas al columpio de: los dueños de casa, el jefe de adquisiones, el jefe de recursos humanos y cuanto otro individuo se le atravesó después del quinto pisco sour.

c) Mmmmm...mejor que no.

Y según quien les habla debido a:

a) Negativa a relatar las canciones que Fairlie interpretó cual wutlitzer en el auto rumbo a Santiago, mientras los toppins que iban atrás le pedían versiones en cuanto idioma existe y el que manejaba usaba cualquier frase fácil para caer en el doble sentido. Todo esto mientras, algunos comensales seguían bebiendo rascamente en el auto

b) Autocrítica post carrete que hace que tanto número uno como número tres se den cuenta de frases como: ahhh cállate!! (Centellas a uno de los jefes en un minuto de confianza)...o el beso del payaso (N. en un momento indeterminado)

c) Es un poco triste escribir sobre una etapa que termina...en que las tres hablábamos every day y compartíamos esta tontera del blog en forma compulsiva.

Bueno como todos se negaron en su particular forma a desclasificar estos archivos, número dos al menos se empeña en compartir el fotorama.



Número 3°, 2° y 1°. Luciendo como señoritas















Número 1 y 2 empezando a dar jugo

















Número Dos y tres en foto de curriculum...asegurando eternos reemplazos en Spl.

Adios Amiguis...Seguiremos escribiendo aunque no laburemos juntas


Número Dos