PORQUE TENGO GANAS

Hace tiempo que no “decía” esto, me duelen las manitos. Ese era mi código con alguien que a pesar de estar a más de mil kilómetros de distancia se las arreglaba para hacerme sentir mejor, para hacerse sentir en mi vida, para abrazarme a la distancia y secarme las lágrimas. Nunca dije “tengo pena o quiero llorar” sólo decía que me dolían las manos.
Pero hoy el código no tiene significado alguno, esta tarde dije que me dolían las manos y ofrecieron prender la estufa.

Esta vez el dolor de manos vino acompañado por un pánico al estallido no consolado, en el momento en que me di cuenta que se me venía el llanto encima, sentí la brutal necesidad de guardármelo y no dejarlo salir. Lo oculté sabia y dolorosamente, hasta quedar sola y poder tenderme en la cama a sollozar.

No sé bien por qué lloraba, se me ocurren muchas cosas pero la verdad es que ninguna parece tan significativa como para llorar tanto rato, quizás son todas a la vez o ninguna. Quizás lloro porque sé que nadie me ve llorar.

Hace un tiempo noté que al menos una vez al mes la pena me invade, las lágrimas se me atragantan y despierto llorando. ¿Despierto? Sí, el empezar de mi tristeza siempre comienza mientras duermo, racional y conscientemente no puedo comenzar a llorar.

Lo bueno de mis lágrimas es que últimamente se han hecho más silenciosas, ni yo las escucho. Solo siento como al desembocar sobre mis labios dejan un extraño sabor a sal. Ya ni mis ojos se hinchan, o bien siempre he tenido cara de monito animado japonés y la hinchazón puede camuflarse con mi eterna cara de sueño.

Lo peor de todo esto es que estoy segura de que así como me hace bien reir, me hace bien llorar. Es parte de la vida no. Claro que lo ideal sería que llorara en el momento que algo me haga estar triste y no en una mañana extraña al día siguiente o semanas después.

Soy como el puto robot androide de la bellísima “2046”, ese que tenía efecto retardado y reaccionaba 10 horas después. ¿O eran 100 o 1000?. Tengo que averiguarlo para saber cuantas horas debo restarle al llanto y por fin saber que mierda me hizo llorar como niñita de 12.

Me llamó mi mamá y me notó triste, ¿qué te pasa?. Nada. Y por qué estás llorando, Y como sabes que estoy llorando, porque no te estás riendo. Puta mamá no preguntes guevadas, no me pasa nada. Y por que lloras. Porque tengo ganas.


Número Dos