jueves, febrero 16, 2006

TOP 5

Para todos aquellos cinéfilos que se deleitaron con High Fidelity de Stephen Frears o que tuvieron la oportunidad de leer el libro de Nick Hornby (para los que quieran leerl, el Taco lo tiene) esto parecerá un poco plagiado. Pero bueno, no todo puede ser autorreferencia.

Desde que vi la película (notable John Cusack al que debo confesar amo profundamente desde “Say Anything”) que la idea de tener top 5 que reúnan analíticamente las cotidianidades de mi banal vida me vuelve loca.

Tengo bastantes ya. Top 5 de mis hábitos más molestos, de las películas que más he visto (sorry, para todos aquellos que alguna vez respetaron mis gustos en cine, pero Dirty Dancing gana lejos, because, “Nobody put’s Baby in a corner”), de los hombres que más han marcado mi vida y cuanta guevada más pude inventar. Eso sí, hasta ayer tenía un top 5 incluso, es decir había llegado hasta el four no más. “Los 5 momentos en que Ángela ha perdido el habla”. Si chicos pasa, es raro, pero pasa.

Aunque muchos puedan pensar que blufeo, que es francamente imposible que yo quede sin palabras guardando sepulcrar silencio...esto efectivamente pasa cuando la humillación, la sorpresa, el estupor o la incredudilidad me atacan.

Empecemos revisando el conteo de forma cronológica.

Número Uno: Estaba número dos en segundo medio, en pleno florecimiento de mis virtudes, época en que he de reconocer- copiando a Fairlie- no dejaba vestón sin atraque...Por esos momentos el objeto de mi afecto era un chico lindo (obviamente en cuarto medio) apodado “CODY” cuya única gracia residía en practicar karate y ser rey feo de su alianza. El joven en cuestión ya había caído bajo mis encantos en una fiesta liceana, así que esta era la semana para figurar como niña linda e inalcanzable. Allí estaba Díaz, en el medio del patio, ostentando su jumper ultra corto (jumper no faldita tableada, recuerden que número dos salió de colegio público y con número), riéndose fuerte y fingiendo pésimamente una lejana indiferencia...Era invierno, recién había parado de llover, que importaba si todos estaban cagados de frío, yo me sentía cool sin parka y rey feo me estaba mirando...

Claro que número dos no contaba con que el Liceo rasca destapara las alcantarillas del patio para evitar la inundación, así que en un descuido mortal toda la elegancia de Díaz se fue a la cresta cuando cayó de pie en la alcantarilla. Mis amables y solidarias compañeritas hicieron un círculo sobre mi vergüenza para evitar el descalabro pero ya era demasiado tarde. Estaba con el agua hasta la rodilla, así que tarde o temprano al salir de allí rodeada de lamas, cuál vengadora tóxica, sería vista. De ese fatal episodio sólo recuerdo que mis primeras y patéticas palabras post trauma fueron: “¿me vio el cody?” a lo que la Katty, con la amabilidad y ternura que aún la caracterizan, respondió “Si poh estúpida si te caíste en el medio del patio”. HORROR, de pura vergüenza pedí que me dieran permiso para irme a la casa y al niño en cuestión no le hablé nunca, nunca, más.

Número Dos: Primer año de universidad, en la cafetería de la Casa Central, Ángela conoce a un chico lana con aspecto místico, él que obviamente la engrupe con el cuento del Yoga, la sanidad espiritual , el Qui y una sarta de patrañas más. Las clases son gratis, el flaco en cuestión recién llegó de meditar en el valle del Elqui (allí debería haber corrido por mi vida) y como profesor autodidacta (otra señal para huir) me recomienda asistir. Díaz que en esa época era menos cínica y aún más engrupible que ahora se compró enterito el cuento, adquirió rápidamente la salida de cancha blanca (si soy de valpo, yo digo salida de cancha y no “buzo”), agarró la esterilla y partió a la clase. Una vez allá, el flaco profesor atacó “Qué bueno que viniste, te tinca si vamos por un café cuando termine la hora”. Si, respondió Díaz, quien ha de reconocer que la única razón real para asistir a la mencionada clase era la posibilidad de hincarle el diente al flaquito.

Lamentablemente, la que escribe ignoraba que la clase le llevaba incienso y musiquita ad hoc de riachuelos, arroyuelos, gotitas de lluvia y una indescriptible lista de sonidos acuáticos que supuestamente relajan a la gente normal...un detalle no menor ya que a mí el incienso me provoca estornudos extremadamente parafernálicos y los ruidos de agua unas incontrolables ganas de hacer pichí. Resultado: Díaz salió corriendo de la clase trascendental a los 5 minutos de empezada la hora, presa de un ataque de risa que se escuchó en todos los pasillos de la universidad. Evidentemente al flaquito místico no lo vi más, de hecho la única vez que me lo volví a topar puse cara de absorta y miré el suelo.

Número Tres: Pensé en omitir este episodio pero sería mentirme aún más a mi misma. Además es justo darle en el gusto a número tres quien debo decir AMA esta historia y la cuanta exageradamente cada vez que puede.

Escenario: Escuela de Periodismo, número dos se prepara para enfrentar al único tarado que hasta ahora ha osado dejarla. Digna, aleonada y con un discursito tristemente ensayado frente al espejo...la que escribe se dispone a devolverle un libro de mierda a Francisco alias “El Barsa” (nota mental: si Díaz pusiera un poco de atención habría tomado en cuenta el sobrenombre antes de enredarse con el tipo) (Nota para Juanito Araya: Sí Juan, era ese gueón al que te pedí le quebraras las canillas en un partido de fútbol).

Todo bien hasta acá, Díaz estaba mentalizada a cagar, era bastante fácil, mirar con grácil indiferencia y decir: “Thank you. Now fuck off and die”…Pero como suele suceder en el mundo de número dos, todo salió mal.

Me acerqué...cómo estás, bien gracias, acá está tu libro, adíos. Una diosa, lo había logrado, me di vuelta, camine hacía la victoria y....de pronto escucho un ¿Oye? Me devuelvo y le pregunto con cara de idiota felicidad ¿siiiii? Y el muy desagradable me dice...(muerto de la risa) ehhhhh...no sorry le estaba hablando a Mauricio. Humillaaaaaaaaaaaada.

Centellas que ama esta historia luego de contarla por milésima mil vez la ha exagerado en distintas y múltiples proporciones de la talla de:
El animal dice: ¡vamos al cine? Y yo contestó Siii mi amor, ¿que vamos a ver?...y el dice...ehh no le decía a X.
Llegando a niveles de exageración sólo propios de mi persona en los que la historia termina en que:
El bruto grita: te amooooo...yo me vuelvo y digo YO TAMBIÉN...justo antes de que él hombre en cuestión me señalé: oye, le estoy hablando a mi polola.

Numero cuatro: Figuraba yo atrapada en una comida familiar, la familia sanguínea y la nunca bien ponderada familia política. Mi madre aburría y monopolizaba la conversación con sus temas siempre tan ligeros y simplecitos (léase el calentamiento global, el conflicto judio-palestino, etc), mi hermano ya se había escabullido a jugar Play Station y mi papá arrasaba con toda la carne que había quedado del almuerzo. En un momento indeterminado, mi ex suegra (esa adorable señora que siempre terminaba sus frases con un “hay...tan liberal que es la Angelita”, un cumplido extraño que siempre pensé era su particular forma de decirme puta), se para de la mesa y exclama: “Ya ahora le voy a enseñar a la Angelita la receta de la tartaleta de champiñones que tanto le gusta al Niño”. Mi mamá cuanta que yo me puse primero blanca y después roja de rabia...Valga el clishe, la tensión se podía cortar con un cuchillo...yo pensaba mil cosas a la vez pero no podía articular palabra alguna...para rematarla la adorable madre finiquitó su frase con un “te acuerdas mi amor que a la evelyncita le quedaba tan rico, yo le he enseñado a todas las pololas del niño esta receta..“. Gracias a Dios, el “niño” conocía el temperamento de la “Angelita” así que antes de que yo mandará a la vieja y su receta a la misma mierda dijo: “mmm...va a empezar el partido porque no vamos al living”. Obviamente nunca aprendí la puta receta, de hecho desde esa fecha no puedo comer tartaleta de champiñones.

Número cinco y final: Esto me ocurrió ayer, de allí el motivo de este larguísimo prólogo. Ayer como cualquier otro día miércoles me fui a torturar al gimnasio. Estuve en las máquinas un rato respetable y cuando me disponía a pasar a la corredera noté que una rubia inquisitiva me miraba de reojo...cinco minutos de caminata más tarde noté que la rubia me seguía mirando...filo me digo a mi misma, debe estar esperando la máquina...pero no, segundos más tarde tenía a la rucia peliteñida a mi lado mirándome con cara de pregunta...¿Si? alcanzo a decir cuando me dice: “linda, te puedo hacer una pregunta”...ya antes de que yo alcance a decir algo me lanza la siguiente frase: “¿Quién te hizo la pechugas?...

Díaz atónita, muda, pasmada...faltan adjetivos. Esta vez si que me comieron la lengua los ratones, con suerte alcancé a mirar apresuradamente a la mina en cuestión quien resulto tener un cuerpo bastante armónico de la cintura hacia abajo pero cuyo torso ostentaba la total ausencia de glándulas mamarias.

En ese preciso instante se avecina el momento freak dos, antes de que logre articular palabra llega mi personal training/streapper (entrenador del gimnasio, absolutamente repleto de músculos, de nombre JOHAN, nacido en MIAMI, que en un momento de sinceridad anterior a esta anécdota me contó bailaba de noche). Él en reemplazo de mi estúpida mudez dice “No chica, las de ella son verdaderas” y antes de que pueda decir algo pone su mano peligrosamente bajo mi cuello para “mostrar” como se mueve el músculo “x” mientras corro (estoy segura de que el nombre del músculo era inventado) para rematar la incomodidad del momento la rubia desinhibida fue más allá y de frentón me agarró la otra pechuga, mientras exclamaba “ah...verdá”. Segundos más tardes, el personal llamó a una tal Karin para que la rucia siguiera oscultando tetas. La Karin, dijo, “se las hizo con el cirujano de las hermanas campos”.

Yo a todo esto, sólo vi como todos estos sucesos se desarrollaban frente a mí, no hice ni dije nada. Eso sí, una vez que la parejita se alejó, apague la corredora, pedí mis llaves y me fui en silencio para mi casa.

Número Dos

6 comentarios:

Número 1, Número 2 y Número 3 (artista invitada) dijo...

Bueníiiiiiiisimo Díaz!

Creo haber estado al tanto de estas anécdotas -antes secretas, ahora públicas- y me han salido lágrimas imaginando el momento del 'Barsa'. Centellas alaraquea, está bien, pero tú misma patentaste eso de las verdades sesgadas y que 'una mentirilla no altera la escencia de una realidad' (ver capítulos 'Natalia en los Emiratos Árabes', 'Natalia en Londres').

Te adelantaste bitch... pero estuvo notable. Aún así considero que estás transformando el blog en una competencia descarnada de plumas ágiles. Twice a bitch.

Un beso

Número Uno

Anónimo dijo...

Negra, dentro de tus momentos freak se te olvidó contar la vez en que estábamos en la U y perdiste el equilibrio con una piedra, y para evitar la verguenza pública, arrastraste a nuestro amigo el loooooco. Resultado: ambos cayeron al suelo ante nuestra mirada atónita. Fue tan grandeel porrazo que decidimos poner en la piedra: aquí yacen Ángela y Arellano.

Bueno...y de los otros no hablaré porque soun muy vergonzosos y
como dije anteriormente, no quiero que esta instancia se chacree.

PD1: Encuentro genial lo del personal trainer- vedetto. Esto porque debe usar un
shortcito pequeñito entonces cuando tengas que hacer abdominales y él te sujete las piernas puedes "cuartear" sin remordimientos. (total ya está acostumbrado a exponer sus "virtudes"). ji, ji, ji.

PD2: Obviamente yo no lo haría por respeto a ti amorcito.

Numero Tres

Número 1, Número 2 y Número 3 (artista invitada) dijo...

Esas PD1 y 2, Número Tres, te delatan como una sicópata sexual reprimida de proporciones. Ven a decirme ahora que no sabes lo que es la 'silla del amor', jajaja.

Número Uno

Anónimo dijo...

Tan buenazos los textos....pero esto parece diario de vida...jajajaja... yo creo que hay más de TOP 5 de humillaciones varias...jajaja.
Bueno, sigan con la autorreferencia, total como yo las conozco me da más risa todo esto...

Anónimo dijo...

Realmente increibles las anécdotas, me cagué de la risa con todas.

Buena pluma negra, aunque me quedo lejos con las historias.



Ah! y número 3 que no se nos ponga liberal, mire que anda comprometida, y según supe, tiene su propio personal trainer-vedetto, no necesita más mijita...goooloooosa!

Anónimo dijo...

wenas las anecdotas negrita, aunque me acuerdo que en el liceo siempre se decia que el viaje que hiciste a EEUU fue pa agrandarte las pechugas..jajajajaj