lunes, abril 09, 2007

Ser la persona equivocada (o 'Gosh, I've been such an ass-hole')


Este fin de semana he caído en cuenta, tras una profunda conversación con mi hermano, que definitivamente soy la persona equivocada. Tengo la percepción del mundo, las situaciones, la vida y las personas lo más errada dentro de la gama de lo posible. La simple verdad es que deberían formatearme, de frentón.

Antenoche terminé con mi pololo para volver a las horas sin que él dijera un solo comentario al respecto. Dejó que hiciera mi show, como diría Dante Torobolino. Todo el día estuve convencidísima de lo bien que había actuado, meditado, argumentado, escrito, pero me llama y me desarma en dos segundos. Grave problema de personalidad. Y claro, porque lo estoy queriendo también cedo - a velocidad Guiness - ante su presencia. Lo bueno es que por lo menos tengo muy buen humor y me he reído en mi propia cara, y en la suya, de mí misma. Porque si le agregamos el factor llanto, broma lo patética.

Qué difícil es crear conciencia en situación de inconsciencia. Pero como me dijo David, es lo mismo que prender la lámpara cuando está oscuro. Ni más difícil ni más fácil.

Mi problema también radica en mi necesidad de necesitar al otro, para suplir rollitos míos sin resolver. Y hasta ayer, convencida de cabeza que uno 'necesita' a su pareja, cuando no pues. Qué gran auto estafa. Una que vivía el mito de la Bella Durmiente (que, analizo, sí necesita el beso de su príncipe para despertar, así como todas las súper pavas año '50 que suelo imitar) y sólo ayer me espabilé que no es así, y nunca fue así, y que yo soy una de las únicas personas en este mundo que piensa que sí. ¿Tenía que escucharlo para saberlo? Qué atroz, qué equivocada. Qué perdida, qué mal lo he pasado por eso.

Hoy día me vine con Mauricio a la pega y mientras lo miraba manejando, pensaba: putas que me cuesta traducir a este gallo. Qué difícil es no sentirme idiota cuando en mis arranques de cariño me manda a acostar. Claro, suena horriblemente frío, pero sólo si se deja de considerar que esos arranques son y demandan 23 de 24 horas al día. Hay una ansiedad ahí tremenda que no se llama Mauricio, o Isadora, porque con la mona me pasa lo mismo. Se llama falta de cariño, miedo a la soledad, fobia al sufrimiento. Por lo tanto, quien es difícil de traducir soy yo, definitivamente.

Para rematar lo pitiá confieso mi incapacidad de lidiar con los hombres desde su más temprana edad. Dénme 10 niñas de distintas edades, las tendré jugando ordenadamente a las tacitas, a las pinturas, bailando una coreografía. Pero un pequeño niño, no puedo. Me pasa con Nachito, el hijo de mi prima Bárbara. La violencia innata de los hombres me desequilibra. No puedo entender que desde los 2 años de vida sean capaces de pegar patadas y combos, no entiendo, no me cabe, lo encuentro tan poco avanzado. Y ojo, que él huele mi desesperación, aunque lo trate de 'mi amorcito, no haga eso pues'. La huele, me queda mirando, y ahora lanza la segunda patada desafiante sin desviar la mirada a mi pupila nerviosa. 'Toma, estúpida ignorante', pareciera decir.

Y ayer también me dí cuenta que esa inoperancia tiene un nombre: Calin. A pesar de no ser mi referente masculino, fue un hombre que marcó la partida de mi referente femenino, su sufrimiento y sus últimos días. Y por eso, es verdad, a pesar de amarlos, los odio a todos un poco. Qué terrible caer en una generalización tan burda, quien otrora anduviera desmenuzando este tipo de discurso en otros. Como que me pasa justo lo que no quiero que me pase.

Yo, yo, yo, yo, yo. No es mi idea de que todos sepan la cagadita que tengo adentro, pero tengo que vomitarlo para que no se transforme en un tumor que después no pueda extirpar, como lo ha sido mi fucked up personality durante 26 años.

Y que abrir los ojos es difícil, pero tendré que hacerlo o viviré dentro de la coraza mundomágica de colores que me he creado y creído.

Número Uno.