martes, febrero 14, 2006

Las películas que arruinaron mi relación con los hombres...

Todo empezó en mis tiernos años infantiles, veía yo el Pipiripao (para todo el que no nació en la quinta región esto puede resultar inentendible...pero bueno ustedes se perdieron del fantasma Ble, el Tonga y el festival de robot...no es mi culpa).

En esa fecha daban Candy, la historia de una rubia huérfana de cachirulos que se crió en el hogar de pony. La considero como película animada ya que la historia en cuestión duró fácil tres años.

Candy era indudablemente la ídola de mi infancia, se subía a los árboles, jugaba con los niños, se agarraba a trompadas, en fin...todo lo que yo hacía.

Todo bien con Candy hasta que esta llega a la pubertad, aún sin sacarse los cachitos cosa que aún no me puedo explicar, en su despertar adolescente la ridícula de Candy se enamora de ANTHONY (Quien obviamente era rubio, misterioso, silencioso, caballero y...GAY). Mientras la bruta suspira por él, Anthony parece más preocupado de su traje de equitación, ¿resultado? Al final de la primera temporada, el muy “yegua” se cae del caballo y se muere.

Atormentada por la pena, Candy se va a Londres donde conoce a Terry G, Grandchester, OJO ACÁ EMPIEZAN LAS LLAGAS QUE AHORA ATORMENTAN MI VIDA SENTIMENTAL. Terry era un arrogante, cínico, desagradable y bello muchacho del que yo al igual que Candy nos enamoramos a primera vista. Terry representa eso que se supone uno no debe buscar pero que siempre espera, él que te saca de tus casillas, te hace sufrir, te desafía y se ríe de ti.

Hubo un episodio particular de Candy en que Terry la toma por la cintura y le roba un enorme beso, Candy indignada le da una bofetada y ¡¡¡Terry le pega una devuelta!!!!. Nota mental: QUIZÁ POR ESTA ÉPOCA EMPEZÓ MI VETA MASOQUISTA HARDCORE.

Okey ya sé que es un puto dibujo animado pero en esa época era lo más cercano a una teleserie. ¿Okey?

Bueno, el problema con la estúpida de Candy, hasta ese momento mi ídola, se sucede cuando Terry se enamora de ella y le envía una carta con un boleto para ir a Chicago a verlo en el estreno de la obra Romeo y Julieta. Cuando la tarada de rulos llega a la obra se entera de que Susana Marlowe, una paralítica de mierda, está enamorada de Terry. Entonces inexplicablemente, la ahora despreciable, Candy decide “dejar a Terry para que Susana sea feliz”.

Estúpida, después de ese episodio no la vi más, supe después que la tarada volvió sola, triste y abandonada al hogar de pony.

Luego vino King Kong. Mi padre, al que yo amó profundamente con una relación que raya en lo edípico , aunque debiera decir eléctrico, me llevó junto a todos mis amiguitos que habitaban en calle karaba a ver la película del gorila que conquistó hollywood en motivo de mis tiernos 8 años. Allí figuré yo enamorada del gorila bruto, bestia y asesino, el animal en cuestión que protege a la niña después de darle un par de zamarrones.

Además cabe decir que la versión ochentera era bastante más freak que la actual de Peter Jackson en que la flacuchenta de la Naomi Watson ve al gorila como al padre ausente, la que vi yo era un poco de eso pero tenía más una zoofílica mezcla de odio amor. Hace poco ví la nueva y lloré, amé nuevamente al gorilote. En ese momento un jovenzuelo que la veía a mi lado me dijo “vos nena tenés un problema”. Le acertó medio a medio.

Por último y no por eso menos importante, mi hasta ahora ideal de hombre: Clark Gable (Reth Butler) en “Lo que el viento se llevó”. Existe acaso un golfo más cínico y soberbio que éste y una heroína más cool que la Scarlett O’Hara, malcriada, avasalladora, caprichosa, florerito y desesperante. Todo lo que yo aspiro ser.

Alguien se acuerda del insípido de Ashley, la muestra materializada del hombre incogible y de Melanie, la rubia opaca que el tarado prefería por sobre Scarlett, de pasada la figura de languidez y prudencia que no han dudado en pedirme múltiples ex parejas.

En el momento en que Díaz, a sus aún inocentes 13 años, escuchó el “Frankly, my dear, I don’t give a damn”, literalmente se derritió. Sin entender por qué realmente, faltarían algunos añitos más para saberlo.

Aunque pensándolo bien aún no sé por qué este tipo de ideal masculino aparece para interrumpir mis divagaciones fantasiosas tipo Disney...Hay un momento no definido en mi soñar en que el príncipe azul se pone un par de botas de cuero, se sube a la moto y me ordena: “cállate y súbete”.

Número dos

10 comentarios:

Número 1, Número 2 y Número 3 (artista invitada) dijo...

Otras películas que hacen daño:

1) La Bella Durmiente, Walt Disney 1958. Qué manera de revolverme los nervios y hacerme creer que a) podía cantar y entenderme con pajarillos, ardillas y buhos; b) El ideal de belleza subyace en una cintura de avispa y una voz hipnotizante (Mary Costa, notable) y c)la terrible figura del príncipe azul que, venciendo obstáculos y con amor irrestricto va en busca de su princesa. Daño, daño.

2) The Sound of Music. Y más que ideal de amor (el capitán Von Trapp es tan mino como pesado) me dio un ideal de familia que, horror, aún reproduzco en mi Isa. El supermercado y el carrito se han transformado en nuestro musical favorito (para qué describir la cara del asustado civil que ve al par de locas cantando y deslizándose cual froilán María y la pequeña Grethel).

3) Comparto con Ángela mi repudio (antes adicción) a Candy. Terry era EL HOMBRE, no Albert (el abuelo que al final era el joven de la gaita de la colina de Pony, y que -se subentiende- se queda con la cachirulienta).

Sin más,

Número Uno, con sindrome de nido vacío

Anónimo dijo...

Como te entiendo negra...Mi primer amor televisado fue Pedro...debe ser porque a la edad de 7 años yo me juraba Heidi por un maldito corte de pelo que me hizo mi mamà y por los caChetitos sonrosados.

Cómo olvidar cuando mi heroína tuvo que partir engañada hasta Frankfurt para trabajar en la casa de Clarita, una adolescente minusvàlida que era custodiada por la insoportable señorita Rottenmayer (o algo así).

La cosa es que pensando que se iba por poco tiempo, apenas se despidió de su amigo Pedro...y la historia entre ambos se truncó de la noche a la mañana.

Ya no hubo más salidas a los cerros para que pastaran las cabritas, no hubo más atardeceres juntos, idas al pueblo a cambiar leche por ropa. De verdad fue muy triste...

Recuerdo un episodio cuando Heidi, totalmente depresiva, se sube en el edificio más alto de la ciudad para poder ver el campo...y todo lo que ve es una urbe gris y contaminada...entonces ella en su locura comienza a imaginarse a Pedro como en un sueño, que la viene a buscar y de la mano van a visitar al abueloooo...

Sniffff...que historia más lacrimógena...pero que tiene un final feliz...porque Heidi luego de enfermarse de pena, vuelve a los alpès suizos con su abuelo y con su querido Pedrooooo....el reencuentro es monumental.

Ella apenas se baja del tren ..se sube a una carreta y en el camino...sorpresa...justo viene Pedro con las cabritas...lágrimas, abrazos, emoción por doquier.

Ayyy...negra...yo creo que no hay como el amor de estos monitos animados...

Eve

Taco dijo...

Puras películas mamonas, monos pencas y andróginos. Fomes, además. Nada como Patio Plum, High School Memories. Hasta Angel Malo era huena.

Número 1, Número 2 y Número 3 (artista invitada) dijo...

Centellas:

Heidi!!!! obviamente haber nacido en La Calera afectó su imaginario mi niña. Las imágenes pastoriles me parecen una aberración.

Cabritas!!! un pajarraco llamado PICHI!!!. Nadie puede.

Angela

Anónimo dijo...

Negra: cómo es posible que alguien como tú que paó su niñez y adolescencia en lo alto de un cerro, con un frondoso bosque a un costado (que cada cierto tiempo se quema provocando la alarma y desesperación del Epy) pueda renegar de la naturaleza...me extraña araña

Eve

Anónimo dijo...

Una lástima haber visto Candy y, durante su eterna exhibición, jamás haberme removido ni la más mínima hormona.

Es que el perfil de personajes definitivamente no estaba pensado en los hombres. Cómo a alguien le iba a gustar esa rucia, hueca y masoquista.

Y ni hablar de Angel, la perna, rucia platinada tb, que viaja por todo el mundo llorándoselo todo, sufriendo y buscando una flor de 7 colores, que finalmente la encontraría en el patio de su casa...down!

Ni un brillo las monas, cero encanto, y después nos dicen a nosotros que no las entendemos.

¿Entonces qué nos queda? Los transformers, maquinas, robots, cero motivación sexual. Robotech, todos querían ser Rick Hunter y nadie pescaba a Min Mei. Los Thundercats, acción, peleas, y la única mina, Chitara, era de lo más feo de la serie.

Creo que lo único rescatble pueden ser:

1) Los pitufos: El sueño del pibe, una mina pa hartos hombres, sexy, encantadora. Aunque nunca lo mostraran era lógico que desde papá pitufo hasta tontiín debe haber pasao la cochinona.

2) Supercampeones: Oliver Aton, un crack, ídolo, e idolatrado por una hincha. Todos querían ser como el. Sólo no concreto en el área con la muchachita pq era muy poca carne para ese perro, quizás con más atributos la joven, seguro ese gol lo anotaba.

3) Carrusel: María Joaquina, una diosa (hasta el día de hoy). Era atractiva, riiiica, y muy, pero muy pesada. Ese amor imposible que todos en el curso deseaban, pero que en el fondo sabían que no tenían opción.
Jaime Palillo, gordito simpaticón, no había caso, y el pobre Cirilo, un pan de dios, discriminado racialmente sin asco por la yegua. Sólo Jorge del Salto, cuico, arrogante, era el que tenía onda. Un verdadero dramón de los buenos, y una señorita que realmente me quitaba el sueño y desataba una sensación masoca-deliciosa.
Mención aparte para la maestra Ximena, que era como la fantasía infantil del momento, no tirarsela, pero al menos sacarle un besito o una mirada...que tieeeeeerno.

Número 1, Número 2 y Número 3 (artista invitada) dijo...

Ya mi Evelyncita. Se acabaron las prácticas poco ortodoxas de tu pen pals (o pene-pals?). No más fotos. Censuradas. Sólo con su consentimiento...
Pero por favor... no nos dejes!!!!

Es una súplica con todas sus letras.

Número Uno

Anónimo dijo...

Okey, en esos tiempos no existían los sitcoms como los conocemos ahora, pero creo que tanto la columnista como los comentaristas, desprecian por omisión, ya que, supongo, no por ingnorancia, las indelebles y profundas huellas que personajes y tramas anteriores a los decadentes 80 (o al menos anteriores a los late 80) dejaron...

1. The little house on the prairie (mejor que The sound of music, con esa latera de Julie Andrews): Lo siento pero quien (de mi edad al menos) pudo resistir la tentación del onanismo luego de ver a Laura correr sudorosa y sucia ya entrando en la más franca adolescencia (sobre todo si vemos en las películas de softporno en las que acabó su carrera) o a Mary Ingalls (que de paso tenía un nombre como pocos para ser cheerleader: Melissa Sue) que ciega y todo estaba bastante potable.

2. Verano Azul: Para los que no la conocen puede ser una suerte de Dawson's Creek, pero en verano, sin pernos y con onda. Aquí aprendí lo que puede ser una serie cachondísima disfrazada de inocencia adolescente. Gracias españoles por la imagen imborrable de esas españolísimas y guarras púberes en las arenas de Nerja (Málaga).

3. Taxi: Nada mejor que el humor absurdo de Latka Gravas (si tengo un hijo creo que le voy a poner así) interpretado por Andy Kaufman y que el sarcasmo de Dany de Vito como Louie de Palma. Si no la han visto nunca por favor corran a arrendarla... Creo que de esa serie sale mucho del humor del bueno, de ese que sirve, no para contar chistes, sino para ser un reverendo hijo de puta en el trato al prójimo y que éste te de las gracias y te invite a su casa nuevamente (además es imprescindible a la hora de seducir chicas de humor negro).

4. Starsky y Hutch: Parangón del homoerotismo televisivo, y por tanto buena fórmula para evitarlo; sin esta serie es posible caer en ese tipo de conductas y ni siquiera darse cuenta. Esta sola serie da para un comentario más largo que, espero, ya vendrá.

Dejo hasta aquí este listado que podría convertirse en interminable; supongo que me alejé un poco del ethos de la columna de Número dos, pero me parecía de suyo importante, apoyando el decir del comentarista taco, hacer notar que no sólo de monos vivimos y profitamos psicológicamente. Aparte, es verdad Angel Malo era mejor que su original brasileña, básicamente por que fue la última teleserie donde Carolina Arregui salía tan rica, antes de convertirse en la perra que todos conocemos tras haberse tirado, en las narices de su marido, a Walter Kliche.

Salud, y hasta otro comentario.

Mad dog.

Número 1, Número 2 y Número 3 (artista invitada) dijo...

Corrección: Fernando Kliche.

Buen aporte

Número Uno

Anónimo dijo...

Mad dog tiene razón I STILL FANCY con Laura Ingalls....De hecho tengo grabadas en VHS todas sus softporn...

Si alguien las quiere que avise.