martes, febrero 14, 2006

Mi Tropa

Inspirada en el último escrito de número uno donde se explayó tan amorosamente sobre su “compañía” de ex. Comencé a pensar en mi tropa. Sorry N. pero yo tengo con cuea’ una tropa.

Caminaba hacia la oficina, cruzando a ratos la delgada línea entre pensar en voz alta y hablar, de frentón, sola; cuando uno de mis queridos maestro de la construcción me gritó: ¡Mijita qué habrá hecho que se ríe sola!.

Y allí mismo caí en la cuenta. Mi tropa es bastante divertida. Puedo desplegar todos mis esfuerzos por homogeneizarla en un solo grupo pero la verdad es imposible, hay para todos los gustos, de todos los tamaños, colores y hasta traumas.

Aunque en un despliegue sobre humano puedo llegar a identificar claramente por los menos a 5 especimenes.

1. El Chico malo, estilo James Dean o Luke Perry para los más tele maniáticos. Este es el típico chico malo, ese que tu papá odiaba, más grande que tú pero en tu mismo curso (según él, una ráfaga de enfermedades lo hizo perder un año, según tú, el pastel es más flojo que la cresta), lindo hasta decir basta (y lo peor él lo sabe), lacho hasta la muerte, se deja querer y consigue que todas las tontorronas del colegio (incluida tú) le hagan hasta los trabajos de artes plásticas. De él recuerdas su olor a cigarro rasca, esos que se compraban sueltos onda “Life” , las primeras incursiones en lo impropio para señoritas y la chorrera de lágrimas que derramaste cuando te cagó con toda las que se le cruzaron. Igual hasta ahora le recuerdas con cariño, hace un par de años te lo encontraste y, aunque en tu rostro se dibujó tenuemente la cara de codero degollado de tus años escolares, notaste que ya no te estupidizaba. Sobre todo cuando compruebas en su relato que lo rumores eran ciertos, todavía no termina una carrera que en rigor dura tres años y ya lleva a cuestas un par de cabros chicos producto de sus múltiples amores fugaces.

2. El mejor amigo o Dawson Creek para los idem. Este si que sí. Creo que no hay pava que se salve de éste. El mejor amigo es ese que durante todo tu infancia te encantó pero que siempre te vio como la negra flacuchenta que lo seguía a todos lados. Tú la pobre lo idolatrabas, escuchabas toda la música que él escuchaba, te vestías como él y le hacías caso en todo. Lo peor, hasta tus padres cachaban que no pasaba nada, vivían dejándolos solos. Y para qué, para nada. Lo que único que conseguías era morirte por dentro cuando el muy tarado te contaba sobre la María (obviamente María catalina, María Sofía o María Francisca) siempre la misma rubia de ojos azules que apenas y lo miraba. Y tú pava dándole consejos. Hasta que un día a ti te llegó la pubertad y este amigo leso sin previo aviso te dio un tremendo beso, con la chiva de saber cómo daba los besos (obvio). Lo raro es que a pesar de que esta situación se siguió repitiendo por largo tiempo (hasta años creo) nunca te enrollaste. Claro, este es tu amigo de alma y lo quieres más allá de todas las estupideces y enredos tontos. Tu mejor amigo cuyos besos esporádicos siempre harán feliz a la negra flacuchenta que aún llevas dentro.



3. El Psico Freak. Este es un clásico, no hay chica que se respete que no tenga entre sus historias de amor algún freak que la psicopateó. Lo peor, la mayoría de las veces estos especimenes son resultados de relaciones que para ti no tuvieron mayor importancia. Un par de meses con suerte. Los pateaste porque simplemente te aburrieron y ellos insisten en que les des “una explicación más convincente”, más convincente sólo porque uno de estos especimenes prefieren pensar que los gorreaste o que te raptaron los extraterrestres antes de asumir que alguien puede aburrirse de ellos. El problema, la falta de aceptación de la realidad se manifiesta hacia el exterior, te siguen , aparecen en tus carretes, buscan cualquier oportunidad para contarle al mundo lo mala que fuiste y viven rogándole a tu amigos que intercedan por él para que tú les des otra oportunidad. Lo más grave aún, no puedes librarte nunca de ellos, puede que pasen los años, que el muy desgraciado encuentre a una niña lánguida que lo siga en sus paseos dominicales por el mall, pero para él nunca pasará de moda tu historia. Un día cualquiera vas por la calle y te encuentras con un conocido, el que te pregunta “oye tu saliste de tal universidad” y cuando tú le preguntas por qué, te lanza la historia “Es que yo conocí a un tipo que se llamaba tanto y el me dijo que tu habías pololeado con él y que.. bla, bla, bla”. Es cómo el Alien, nunca muere.

4. El intelectual relajado. Mención aparte merece este hombrecillo. Nancy Sim los llama chicos cool mientras la Malena reconoce ser inexplicablemente atraídas por ellos. En mi experiencia el tipo cool o intelectual relajado no debe sacarse nunca de la categoría de amigo, ya que en su asumida intelectualidad incluyen un extremo liberalismo que resulta ‘choro’ en un comienzo y desesperante hacia el final. Son de estos que parten diciéndote cosas como: Pero anda tu sola no te preocupes y terminan con un por qué tendría que acompañarte. En extremo egoístas y ensimismados, demasiado desarrollados como para llamarte dos días seguidos o acordarse de algún aniversario. Entretenidos sí, buena gente también, interesantes en extremo. Cualidades que son especialmente adecuadas para convertirlos en tus compañeros de cine arte pero incapaces de darte al hombre de tu vida y mucho menos a un buen amante.

5. Por último el nunca bien ponderado Hombre Conservador. Quién es este. Bueno es lo más parecido a la imagen que toda hija tiene de su padre. Perfecto, acogedor, protector y varonil. El hombre conservador puede pasar horas mirándote dormir, es duro, nunca llora y si tiene que sufrir para que tú no lo hagas está dispuesto y con la armadura de caballero bien puesta. Un amor. Eso sí enfermo de machista, igual que tu padre. Pero bueno algún defecto tiene que tener. Además como no perdonarle todo a este hombre que te mira con cara de devoción, te cuida como guardián en celo y te ama como si fuera su única obligación en esta tierra.

La lista no me parece muy larga, aunque ahora que la releo vuelvo a sonreír. Y es que al final de cuentas, de cada uno aprendí algo, y aunque parezca discurso presidencial barato: todos me importan y en una rincón de mi corazón a todos los sigo queriendo.

Número Dos

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